Memorias de Adriano y el cosmo



                                                 

Leyendo Memorias de Adriano, de Margarite Youcrernar su exaltada y profunda descripción en su narrativa te invita a vivir en cada pensamiento del Emperador Adriano que sientes como si de verdad estuvieras en su persona y palpando con claridad sus experiencias en cada uno de sus momentos de su existencia , también en sus reflexiones expresadas; ahora bien no me voy a ir en el análisis detallado del mismo, que por su densidad tiene para rato, sino me voy a ir hacia la temática que me interesa . Dicho libro cuando enfoco el tema del cosmo y los astros , no tardo en brindarme aquella chispa con exclamación que me hacia vibrar, apenas cuando se manifestó la tendencia de su abuelo Marulino de identificarse con los astros me encanto. En lo siguiente colocare un texto que resalto :


"Conviene que mencione aqui una costumbre que me llevo durante toda mi vida por caminos menos secretos que los de Eulises , porque al fin y al cabo son paralelos: me refiero al estudio de los astros . He sido siempre amigos de los astrónomos y clientes de los astrólogos  La ciencia de estos últimos es incierta, falsa en los detalles, quizás verdadera en su totalidad. : Pues si el hombre, parcela del universo, esta regido por las mismas leyes que presiden en el cielo, nada tiene de absurdo buscar allá arriba los temas de nuestras vidas, las frías simpatías que participan de nuestros triunfos y nuestros errores . Jamás dejaba ver de cada anochecer de otoño, de saludar al sur a Acuario, al copero celeste, al dispensador bajo el cual he nacido. Nunca olvidaba verificar los pasajes de Júpiter y Venus , que regulan mi vida , ni de medir la influencia del peligroso Saturno. Pero si esa extraña refracción de la bóveda estelar preocupaba más mis vigilias, aun mas me interesaban las matemáticas celestes, las especulaciones abstractas a que dan lugar a esos cuerpos inflados. Inclinabame a creer, como algunos de nuestros sabios mas atrevidos, que también la tierra participa de esa marcha nocturna y diurna que las Santas Procesiones de Eulises simbolizan en su humano simulacro. En un mundo donde todo es torbellino de fuerzas,  danza de átomos, donde todo esta arriba y abajo a la vez, en la periferia y en el centro , me costaba imaginar la existencia de un globo inmóvil , de un punto fijo que al mismo tiempo no fuera moviente. Otras veces los cálculos de la precesión de los equinoccio establecidos por Hiparlo de Alejandría obsesionaban mis veladas, volvía encontrar en ellos, en forma de demostraciones y no ya como fabulas y símbolos el mismo misterio euluesini del pasaje y el retorno. La espiga de la virgen no esta en nuestros días señalado por Hiparlo de Alejandria , pero esta variación es el cumplimiento de un ciclo y el cambio confirma la hipótesis del astrónomo. Lenta ineluctablemente este firmamento volverá ser como era en tiempos de Hiparlo. Diera de nuevo lo que es en tiempos de Adriano. El desorden se integraban en el orden : el cambio formaba parte de un plan que el astrónomo era capaz de aprehender por adelantado. El espíritu humano revelaba su participación en el universo mediante teoremas exactos así como lo revelaba Eulises con gritos rituales y danzas. el contemplador y los astros contemplados rodaban inevitable hacia su fin, marcado en alguna parte del cielo. Pero cada momento de esas caída era una pausa , un hito, un segmento de una curva tan sólida como una cadena de oro. Cada deslizamiento nos devolvía a ese punto en el que por azar nos encontramos y que por ello nos parece un centro.

Jamás desde la noche de mi infancia en el que el abrazo alzado de Marulino me mostraba las constelaciones, me dejo la curiosidad por las cosas del cielo. Durante las vigilias forzosas de los campamentos la luna corriendo a través de las nubes de los  cielos bárbaros ; mas tarde en las claras noche ática escuche al astrónomo Terrón de Rodas explicar su sistema del mundo , tendido en el puente de un navío , en pleno mar Egeo , vi oscilar lentamente el mastil , desplazándose entre las estrellas yéndose del ojo enrojecido del toro al llanto de las pléyades, de Pegaso al cisne , conteste lo mejor posible a las preguntas ingenuas y graves del joven que contemplaban conmigo ese mismo cielo . Aquí en la villa , hice levantar un observatorio al que la enfermedad no m deja subir . Pero hice aun mas, una vez en la vida , ofrecí a las constelaciones el sacrificio de toda una noche . Fue después de visita a Osroe , durante la travesía del desierto Sirio . Tendido de espalda, bien abiertos los ojos , abandonando durante algunas horas todo cuidado humano me entregue desde la noche hasta el alba a ese mundo de llama y cristal . Fue el mas hermoso de mis viajes. El gran astro de la constelación de la Lira , estrella polar de los hombres que vivirán dentro de una decenas de millares de anos resplandecía sobre mi cabeza . Los gemelos brillaban débilmente en los últimos resplandores del crepúsculo, La serpiente precedía a Sagitario . el águila ascendía al cenit , abiertas las alas y debajo de ella ardía esa constelación aun no designada por los astrónomos y a la cual dar un ia el mas querido de los nombres. . la noche jamás tan completa como lo creen aquellos que viven y duermen encerrados en sus habitaciones se volvió mas oscura y luego mas clara. Las hogueras destinadas a alejar.   A los chacales se fueron apagando, aquellos montones de carbones ardientes  me recordaron a mi abuelo erguido en su viña, sus profecías convertidas en ya presente y que bien pronto seria pasado . En mi vida busque unirme a lo divino bajo muchas formas, conocí mas de un éxtasis , los hay atroces y los hay de conmovodera dulzura . El éxtasis de la noche siria fu extremadamente lucido. Inscribió en mi los movimientos celestes con una precisión que jamás me había permitido alcanzar ninguna observación parcial. En el momento que te escribo se cuales estrellas están pasando por Tibur sobre ese techo ornado de estucos y pinturas preciosas y cuales están suspendidas en otras tierras , sobre una tumba. Algunos anos después , la habría de convertirse en objeto de mi contemplación , pensamiento a la cual dedicaría todas las fuerzas de mi espíritu que no estuviera absorbida por el estado . Y quien dice muerte dice también el mundo misterioso al cual acaso ingresamos por ella. Después de tantas reflexiones y de tantas experiencias quiza condenables, sigo ignorando lo que hay detrás de esa negra colgadura . Pero la noche siria representa mi parte consciente de inmortalidad."   

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